AMITYVILLE
(NOCHES GEMELAS)
¡Ha amanecido…!
(Eso se supone)…
me he levantado.
Algo extraño ocurre,
lo veo desde mi ventana:
Está
llorando la mañana;
está oscuro el panorama;
(parecieran noches
gemelas)…
¡Termina una y nace
otra!
El sol ha lanzado
un inmenso bostezo,
¡como si muriera de
desidia!
(duerme aún,
la mañana le rechaza)
¡Las estrellas también
duermen!
El sol se ha peleado
con la luna quizá.
Mis manos enlazadas;
imaginación postergada,
silencio a mi alrededor;
un suspiro de joven
enamorado va por el aire
y una paloma aletea
como recibiéndole.
¡Mi mente augura un
eterno día!
Digo, una eternal
noche… ¡Muy solo!
Una canción desesperada
me mata,
(es solo un recuerdo
pasajero, nimio recuerdo
de amores pasados).
¡Manos ajenas abrieron una puerta!
Sigo mirando por la
ventana,
manos cruzadas todavía,
frente erguida…frente
agachada,
ojos mirando el techo,
el piso,
pasos lentos, como
de viejo arrepentido.
Camino muy sigiloso
hasta lograr salir;
las nubes han pactado
con el alborear
porque aún tapan el
sol;
¡Ahora sí!, creo que
hay noches continuas.
El eterno tic-tac
del reloj me fastidia
y un constante goteo
de lluvia por el tejado
demuestra una vez
más que la mañana está llorando.
He visto cruzar una
mujer, al otro lado, en la otra cuadra,
¡No es una mujer!;
creo que es un fantasma
de la noche,
quiere burlarse de
mí… porque estoy solo.
¡Ay!, Corazón que
palpitas como si fueras a salirte,
ya no tengo las manos
cruzadas,
ahora observo los
caminos de mis palmas…
parece que todo es
impredecible,
¡No puedo interpretarlo!
Camino un poco más, abandono mi patio
como abandonar el
culmen de un otero,
veo todavía la imagen
blanca de la mujer…
¿Qué ha pasado?
¡Se disipó entre la
neblina!
No hay ni un alma
más que la mía en la calle;
y con ahínco formulo
poemas de desamor;
mi mente delirante
esta vez,
mis ojos llorosos,
mi cara sonrojada
y seca
¡¡Por el frío o por
enojo!!
Creo
que debo contonearme
para
matar este frío un poco.
¿Qué poesía llegará
cuando regrese a casa?
Ya no veo a la mujer,
se perdió de verdad,
¡Ella era de humo!,
de niebla, era falsa.
Llueve, cae nieve,
chocan los carros,
al menos lo barrunto,
pues escucho rechinar
las ruedas
y golpes fuertes
al otro lado de esta
calle que transito,
pero no hay otra alma
caminando.
¡Solamente yo…!
El hambre ya me tocó,
mas me burlo de la sed
y el frío tiembla
de risa burlándose de mí
y yo tiemblo por el
ignífugo frío;
¡Cuánta falta me hace
el calor de una célibe!
El pliegue de mi pantalón
ya no se nota,
se disipó como la
mujer que vi…
(por ella me pasa
todo esto);
pero no por ello seré
un misógino…
¡No!, yo odio la misoginia…
¡odio la misoginia!
Aunque ella se pasó
de laucha…
¡Así la quise!
¡Así la recuerdo!
¡Así…!
Entre uno que otro gap… respiro,
entre uno que otro
gap…parpadeo;
la misma paloma vuelve
a pasar por el aire
mientras lanzo más
suspiros:
¡Si fueras mensajera
paloma,
paloma si mensajera
fueras,
si fueras paloma mensajera,
si paloma mensajera
fueras,
si mensajera fueras
paloma,,
paloma si fueras mensajera…!
Te dijera lo que quiero
manifestarle…
pero mi estilo infecundo
, infecundo estilo,
no me permite ordenar
lo que da vueltas en mi mente.
Ya tengo hastío, hastío
de este mundo…
¡No!, quizás solo
de esta calle que transito,
Quiero estío, no quiero
hastío,
no quiero hastío,
es mejor el estío que el frío…
Siento que se ha mojado
mi espinazo por dentro,
mi boca como cercada,
mi mente de par en par,
¡No quiero seguir!
He perdido la bitácora
donde guardo mi cerebro
y el nao de mis sentidos
naufraga
entre un mar de asfalto,
entre charcos, un
mar de todo…
Continúo caminando
con el mismo designio:
(¡Ninguno, ignoto
designio!).
Entre risas y llanto
escondo el sufrimiento
en mi alma de payaso;
¡la escarcha es hija
de la lluvia todavía!
Y aún quedará cuando
este día mojado acabe.
¡¿Qué poema vendrá
ahora?!
¡La mañana sigue llorando!
¡La mañana no es mañanita!
¡Es otra noche…!
¡Qué raro este momento!
¡Parece que mi suerte
se quedó dormida
en mis pisadas sobre
el lodo!
(Noches gemelas, seguidas,
noches bivalentes).
Los bucles de mi cabeza…
¿Qué?, ¡Si no tengo!
(Está mojado todo
mi pelo).
La silueta de mi cuerpo
no se distingue,
se confunde entre
la niebla
como el fantasma de
mujer,
como la mujer fantasma,
como la mujer de niebla,
como la falsa mujer.
¡Zahúrda me espera,
en Zahúrda estoy!,
¡en pocilga estoy
y pocilga me espera!
¡Ni un alma más que
la mía!
¡Estoy ahíto de este
mundo ambiguo!
El alhelí luce triste
como yo,
sus flores están cayendo,
pero nunca cae el
alborear… sigue oscuro,
la bruma sigue…
sigue la bruma… ¡sigue!
Al final de la esquina
diviso algo:
parece un dogo negro
que aprovecha la oscuridad
para buscar a su presa…
Y yo ahora tiemblo,
¡pero de miedo!
Y me vuelvo energúmeno,
y me llena de furia
todo esto,
me mata el recuerdo,
me mata el ambiente,
el clima,
me mata todo, poco
a poco;
solo me mantiene vivo
la esperanza
de ver días reales;
y espero que cuando
lleguen, sean días gemelos,
como esta noche ingrata,
que no ha dado cabida al sol.
El miedo se propaga
en mi cuerpo,
en cada órgano, en
todo mi ser,
mientras este clima
hace prosopopeya de mi desgracia.
Quizá sea un hipócrita
conmigo mismo,
pero
ahora sí, me he acordado de Dios…
He levantado mi vista
al cielo
y le he pedido a Él
que me salve,
¡Que me cuide de todo!
Mientras sigo caminando
sigiloso
por esta avenida de
amarguras,
cobijada por oscuras
nubes,
cubierta de envidias
y egoísmos,
de tristezas y noches
raras,
de misterios,
de momentos malévolos
y malas vibraciones.
Mi boca tiembla,
Ya
no es de miedo,
¡Pues
hasta me he vuelto impertérrito!
Ahora tiembla todo
mi cuerpo,
y no puedo expresar
nada de ninguna manera,
parece un vituperio
a mis sentidos,
calle que vitupera
mi mente,
mente que vitupera
mi boca,
boca que no sabrá
más tarde qué decir,
tal vez ni siquiera
lo más conciso;
¡siento que pierdo
hasta mi impavidez!
Mi cuerpo vislumbra
entre estos días nebulosos,
¡Qué, digo!, ¡Noches
gemelas!
¡Ah!, pero ahora acuden
ideas a mi mente
en una forma muy rauda,
y esto me enferma
más,
¡creo que necesitaré
una dosis de panacea!
Y siguen llegando
ideas vagas…
¡Ojalá sea el poema
que esperaba!
Porque si no, al llegar
a casa
caeré en cama frustrado,
triste por no conseguir
nada,
ni siquiera una estrofa
triste,
ni siquiera nada,
ni siquiera un poema
a esta misteriosa ciudad,
o a la mujer que vi
entre la niebla,
mujer de brumas,
mujer falsa,
mujer de niebla….
Nuevamente le pido
a Dios,
esta vez llegar a
mi casa,
no quiero caer en
tugurio de nuevo,
pues ya estoy abandonando
esta zahúrda;
¡En verdad! Espero
no dormir en duna
el resto de estas
noches gemelas.
¡Ahora sí!, ha llegado
algo a mi mente,
que deberé escribir
al llegar a casa,
¡Ojalá me salga un
poema en vez de una elegía!
causa de estas vicisitudes,
de estos ominosos
parajes y momentos…
(Yo,
que no quiero un poema tan esotérico,
preferiría
una poesía bucólica)
¡Prefiero caminar
que dormir!
Porque
no quiero que se duerman estas ideas,
o
que mi mente duerma,
porque
puede ser
que
las ideas se encaminen a otra parte,
¡¡No!!,
mejor empiezo a darle forma a todo esto
que
atraviesa mi pensamiento de manera poco sucinta.
Y
esto es lo que viene,
y
esto será quizá el poema…
Ya
he caminado mucho,
no
he vuelto mirar a la mujer,
ni
a aquel dogo negro,
dogo
de niebla también…
¡Sudando
estoy, aunque hace frío!
ya
mis pasos van con más premura,
para
llegar a casa y escribir.
Voy
atravesando la calle,
me
paro en la mediatriz,
no
diviso nada,
solo
escucho el ruido de ¡No se qué!
Se
escucha como cuando se aproxima
una
fuerte tormenta,
¡Ojala
mis sentidos no me engañen!
Como
me han engañado estos días,
¡digo!
Estas noches gemelas….
que
solo han logrado zaherirme;
¡Ruido
infinito!
Melancólico
ruido.
Ya
he llegado a casa,
¡Y
sí…! viene la lluvia, ¡y fuerte!
Abro
la puerta sigilosamente,
¡Ahora
más negro…!
Prendo
la luz
y
escribo súbitamente
lo
que sería el titulo del poema que esperaba,
y
luego le daría forma
a
todas las ideas que llegaron
durante
estas noches gemelas.
Y
escribí así:
Recuerdos, Nostalgia Y Soledad
parece
que llueve afuera;
se
escuchan ruidos que pienso poder identificar:
como
si fueran miles de ventiladores
trabajando
al unísono,
o
quizá molinos de viento imaginarios.
Pero
en el tejado, se escuchan golpecitos;
¿Qué será?; tal vez la lluvia,
o
el gato que camina huyendo de la tormenta
como
yo ahora huyo de tu recuerdo.
Y la luz de los relámpagos
se
mete por las rendijas de las puertas
tal
como tú te metiste por ese espacio
que
abrí para ti en mi corazón;
y
¿cómo no extrañarte?,
si
ahora no estás para refugiarte en mis brazos
porque
los rayos te asustaban y te daban miedo;
ahora sólo me queda apretar mi almohada
imaginando
que eres tú.
Y entro al baño, y ¿cómo olvidarte así?
Ahí
está tu perfume todavía
y
una foto que olvidaste en un sofá,
un
ramo de flores sigue en la mesa de la sala
y
aquel vestido que te compré para tu cumpleaños
lo
dejaste también,
y
aún tiene impregnado tu aroma de mujer.
A
veces pienso así:
creo
que quizá mis sentidos
se
han vuelto alérgicos a la soledad
por
eso escucho aquellos ruidos
que
escuchaba cuando apoyabas tu cabeza en mi pecho;
ahí,
quietecita te dormías y amanecías
descansando
a mi lado.
¡Qué
nostalgia y soledad tan malditas!
parecen
en mis oídos un sonido incesante de guitarra
que
a la media noche me despierta cuando
intento
quedarme dormido.
Y
lo que más me mata, es que sea aquí,
en
esta ciudad de misterios, de dolor.
Creo
que lo mejor será huir de tu amor,
e
irme lejos donde
un saludo de palmeras impulsado
por la brisa
pueda
arrancarte de mi pensamiento,
y
matar esa imagen tuya que me hechiza
a
llevarte siempre dentro de mi pecho.
O tal vez, un ruido que no sea de ventiladores
ni
de molinos de viento,
hagan
volar a mi pensamiento
para
un rincón donde no me acuerde de ti.
¡O
quién sabe, si el fastidioso gemir
de
un romance de gatos!
en
otro tejado que no sea el de esta casa,
se
repelen con tu recuerdo
y
me haga odiarte
por
el resto de mi vida.