UN POCO MÁS DE LA
REALIDAD SALVADOREÑA
Compañeros correligionarios,
amigos del CDIPG
(Consumidores Directos e Indirectos de las
Mentiras del Gobierno);
colegas poetas.
Vean que todavía tenemos fe;
como pueblo humilde y trabajador,
tenemos fe.
¡Miren si no es grande mi fe, que todavía pienso
que un nuevo gobierno
cambiaría al país,
que lo haría mejor, más apto para ser habitable
y no tener que abandonarlo en busca de patrias
frías y ajenas!
Pero no,
Sucede siempre lo mismo:
el país cambia a los gobiernos.
Una vez en el puesto
cambian radicalmente sus buenos ideales y dicen:
“Los anteriores tenían razón,
aquí en el pulgarcito increíblemente fluye leche
y miel;
lo que pasa es que el pueblo no lo sabe.
Compañeros, ya ven.
Y nosotros que hablábamos tanta mierda del
gobierno anterior,
ellos tenían razón, hay que “huevear”,
de todos modos el pueblo sigue dormido.
En el campo siguen sin mandar los cipotes a la
escuela,
es decir, todavía se los puede dar paja con una
pichinga,
una gorra o una camiseta barata fabricada
por esclavos de maquila....
En la ciudad parece que a los bichos solo les
interesa la “jodarria”,
y los que logren graduarse de algo, de todos
modos
se integraran
nuestro grupo...
¡ya ven compañeros!
No hay que ser pendejos; este mundo es de
vivos...”
y por ahí se van sus discursos en privado
mientras toman café y levantan las patas
para que la “Challito” o la “Juanita” pase el
trapeador.
Pero yo todavía tengo fe.
Miren si no es inmensa mi fe,
que ahora que ya formo parte del grupo llamado
“hermano lejano”
deambulando en esta patria que no me corresponde,
todavía creo aferradamente
que si llamo a un consulado de El Salvador en los
Estados Unidos
me van contestar...
¡Ah y eso no es nada!,
lo peor es que creo que el cónsul va a recibir mi
llamada,
nada de secretarias o asistentes, el cónsul, ya
ven, que grande es mi fe.
Pero, ¿de qué sirve mi fe?,
si cuando se llama solo te dice una voz
computarizada:
“deje su nombre, su número y un breve mensaje
y nosotros le devolveremos su llamada”,
¡ah!
Pero antes de eso te dicen la dirección donde
está ubicado el consulado;
los horarios de atención y cuando quieres dejar
el mensaje:
“lo sentimos, el buzón de mensajes está lleno”.
Yo creo que deberían cambiarle;
y si está lleno debería decir:
Te jodiste, el buzón está hasta la mierda,
si necesitas un pasaporte ven al consulado,
si el sistema no se ha caído, con gusto te lo
daremos,
y si tu partida de nacimiento no es vieja,
ah, y más te vale que estés haciendo “cola” antes
de las seis de la mañana
o no agarrarás número y te irás sin nada de
regreso a tu “tráila”,
perdón, a tu casa.
Y si por casualidad,
si por un milagro divino, ese buzón no está
lleno,
compañeros;
creo que debería de decir:
“Disculpe, o nuestras oficinas están cerradas
o no nos da la gana de contestar.
Por favor deje su puteada después del tono”.
UN
POEMA PESIMISTA
Pienso que
mi tierra será, quizá por siempre,
cuna de vendedores
ambulantes,
sastre del
uniforme de cuilios medrosos y corruptos,
almohada de
sueños robados y perdidos,
escondrijo
indubitable de delincuentes,
cuneta de dipsomaniacos
y putas
(esquina de
la dipsomanía y del putaísmo)
espejo de doble
rostro;
excusa para
la “patraña piadosa”,
sitio propicio
para la coartada más sucia,
mesa del negocio
indecoroso,
sol quemante
de labriegos,
sombra de ladrones
de corbata,
hálito sofocante
para los recién nacidos,
espacio para
impertérritos y pávidos;
una vida muriendo,
una muerte
viviente.
Será la carretera
de sangre que conduce a lo más maldito,
pero también
conducirá a lo divino;
será mausoleo
de traidores y robadores de patria
y cenotafio
de los desaparecidos,
de los que
murieron inocentemente
y de algunos
que han luchado por ella;
(aunque en
parte ya lo es);
en pocas palabras,
mi tierra será
única en su
modus operandi,
la misma historia
de siempre, escrita con sangre;
más bien dicho,
mi tierra será
lo mismo que
antes,
con algunas
cosas más
que se han
agregado con el pasar de los lúgubres años;
ojalá me equivoque
y surja un cambio;
aun con mi
poca esperanza, ¡lo deseo!
PENSANDO EN VOZ
ALTA
He pensado y no he pensado en volver,
porque me entero a diario de lo que pasa en
mi país,
(pero no a través de noticieros baratos, manipulados
por políticos):
mujeres, niños y hombres descuartizados.
(Interfectos)…
¡Hoy está peor que la maldita guerra!:
Los mareros, los extorsionistas, los violadores,
policías cagados y corruptos, proxenetas y
putas,
los ladrones de la asamblea (diputados también
corruptos),
los alcaldes, autómatas e ignorantes, de pueblitos,
la pobre gente, que por su alto nivel de ignorancia
se deja engañar por una gorra o una camiseta
barata…
He pensado en volver, pero no volveré,
he pensado en quedarme, pero quiero volver
y dejar de ser de “los eternos indocumentados”
la verdad no sé,
ojalá se arreglara toda esa mierda
en la que los politiqueros han convertido
a mi país;
y así podré volver para admirar los ríos “majestuosos”,
los soberbios volcanes,
(que de seguro
están hoy más soberbios,
por lo que acontece
a diario)
las fértiles campiñas,
los “apacibles lagos”,
las doradas espigas en los campos,
el Cañal
en flor que Alfredo Espino contemplara;
a desear tener dos alas….
Ojala dejáramos de ser los primeros en sacar
el cuchillo,
los véndelo todo,
los cómelo todo,
los sospechosos de todo,
los “guanacos hijos de la gran puta”
PAÍS MÍO, ¡YA
NO ERES MÍO!
País mío me dueles
porque ya no eres mío.
Te han vendido al poderío,
al imperio,
a las potencias mundiales.
Ya no me perteneces;
tal vez ni yo te pertenezco;
solo falta que gigantescas hormigas extranjeras
te levanten en peso cual mendrugo,
para ubicarte en el espacio aéreo
de alguna de esas mismas potencias mundiales.
TUS LÍMITES, PULGARCITO
Al norte con el contrabando
y el chantaje,
al sur con el narcotráfico,
al occidente con secuestros
y sobornos
y al oriente con violaciones
y asesinatos.
Y se me olvidaba tu
zona central:
ahí no tienes límites…
POESÍA BLANCA
Voy a escribir como
me venga en gana;
por ahora me olvidaré
de las tildes
de las comas y los puntos
de puntos y comas, y
de las pausas rítmicas
dejaré de lado la métrica
y los acentos
no mediré versos ni
les pondré pausas,
diré palabras más comunes
como: religiosos, hipócritas,
perros, políticos, gobierno,
ladrón, flor, espina, hombre, animal,
mujer, serpiente, policía,
corrupción, iglesia, ramera,
pero ahora, sí, ya vinieron
las puntuaciones…
pero me olvidaré de
sinalefas,
de hiatos, de diéresis
y sinéresis;
no respiraré los diptongos
ni los triptongos,
diré lo que me venga
en gana y como me dé la gana,
aunque se molesten el
cura, el juez,
el político, el pastor
o el crítico literario.